El sevillano Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Sevilla, Leopoldo José Porfirio Carpio, recibió el día 20-05-2008, en la Casa de ABC de Sevilla, el galardón como ganador de la Séptima Edición del «Premio Santiago Gutiérrez Anaya».
El premiado, cuyo trabajo se denomina «Arrendamiento de local de negocio y propiedad comercial: viejas cuestiones, nuevas reflexiones», tomó la palabra para agradecer la concesión de este galardón, dedicárselo a su familia «con la que voy a todas partes», y explicar sus pretensiones del trabajo que ha presentado. Entre otros comentarios, llamó la atención en cómo la Constitución de 1978 consagra la propiedad privada «mas, inmediatamente, la somete a ciertas singularidades en las que no voy a entrar que empañan esa consagración inicial». Analizó también, según sus propias palabras, las inevitables tensiones que se producen entre la Propiedad Inmobiliaria del arrendador y la Propiedad Comercial del arrendatario comerciante que desarrolla su actividad económica en el local del anterior, y las medidas que nuestro ordenamiento jurídico establece a tal fin. En este sentido, tiene muy en cuenta que desde la promulgación de la Constitución de 1978, la propiedad está sujeta al cumplimiento de la función social (artículo 33.2) y que ésta delimita el ejercicio lícito del derecho de propiedad, «de cualquier derecho de propiedad, en el que se incluye, desde luego, el de la propiedad comercial». Una obra original en la que sostiene que la Propiedad Comercial también cumple una función social junto a la Propiedad Inmobiliaria del arrendador-propietario del local. El trabajo analiza cómo está protegida esa Propiedad Comercial (esa clientela, por ejemplo) de un comerciante a través de los tres regímenes diferentes por los que ha pasado la legislación arrendaticia. Parafraseando a Alfonso de Cossío y Corral señala el autor que «la adherencia de la empresa o negocio del arrendatario al local temporalmente cedido por el arrendador determina una serie de consecuencias económicas que originan en el Derecho moderno el nacimiento de la llamada propiedad comercial».
Al entrañable acto de entrega de este premio, asistieron, además de los familiares de Santiago Gutiérrez, familiares del galardonado, así como numerosos empresarios y profesionales vinculados con el sector de la edificación, que acudieron a esta cita para acompañar a los premiados y agradecerles la contribución que sus obras aportan al mundo de la edificación, un ámbito inmerso hoy día en importantes novedades legislativas que son analizadas y discutidas por los participantes en este certamen, el cual nació con ese objetivo primordial.
El director de ABC de Sevilla, Álvaro Ybarra, moderó el acto y tras dar la bienvenida pasó la palabra a Francisco Pérez, presidente del Instituto de Estudios CAJASOL, que alabó la talla académica del premiado. Luego intervino el director de la editorial jurídica SEPÍN, Daniel Loscertales, para glosar el trabajo premiado, «sencillo y claro, no de esos pesados». Dejar caer, no sin ironía, que «a ver cuándo se pone ya en marcha la Ciudad de la Justicia en Sevilla», y poner el dedo en la llaga de ciertas carencias que dificultan en la actualidad el alquiler en España. Cerró el acto Álvaro Ybarra con un homenaje a Ángel Olavarría Téllez, que consistió en unas palabras tan emotivas como sinceras sobre su talla humana, sencillez, valía académica y generosidad, una intervención que arrancó un largo aplauso del auditorio.
Santiago Gutiérrez Anaya
El premio lleva el nombre de quien fue durante casi 40 años Presidente de la Inmobiliaria SAFINCO, y es un homenaje a su trayectoria profesional y humana. Santiago Gutiérrez Anaya ejerció simultáneamente las profesiones colegiadas de Abogado, Administrador de Fincas, Agente de la Propiedad Inmobiliaria y Mediador de Seguros. Aunque inició su trayectoria profesional en Barcelona, en 1964, como Abogado especializado en seguros, para la Aseguradora Aurora Polar, al año siguiente se trasladó definitivamente a Sevilla para tomar el testigo del despacho de administración de fincas que, en 1934, había fundado su padre, Santiago Gutiérrez Vidal. No siendo de su agrado el ejercicio activo de la Abogacía, ni la asistencia a Sala, en 1970 colgó definitivamente la toga para dedicarse en exclusiva a la administración de fincas y a los seguros. También ocupó altos cargos dentro de su profesión, como, por ejemplo, la presidencia, con carácter provisional e interino durante 4 meses, del Consejo Nacional de Colegios de Administradores de Fincas, y la Presidencia del Colegio de Administradores de Fincas de Sevilla, puesto que ostentó durante casi 30 años. Este concurso hace justicia a este experto en Propiedad Horizontal y Vertical, vinculándolo para siempre con la materia a la que dedicó gran parte de su vida.